UN ALTO EN EL CAMINO
A MIS ALUMNOS:
Es mi deseo expresarles
mi pensamiento en torno a su formación, porque la honestidad y el sentido
del deber son primordiales en una relación alumno maestro, así que, les
comparto la siguiente reflexión:
Entiendo que cuando se
elige estudiar una carrera intervienen diversas razones, pero en la
raíz de todas ellas se encuentra la idea de superación personal,
que es algo natural dentro de las necesidades humanas básicas: La
necesidad de ser y trascender.
Sin embargo, esa necesidad
cada individuo la puede definir y entender distinto…hoy en día la humanidad ha
caído en la trampa de medir uniformemente esa esencia
y trascendencia a través del éxito económico y, por
consecuencia, la enseñanza y aprendizaje de las personas tiende, en
forma directa o indirecta, a orientarse a satisfacer ese fin y,
obviamente, las personas mismas fijan sus expectativas en esa sola aspiración.
Sin duda que la prosecución
del bienestar económico es una aspiración legítima e importante, pero otra cosa
es que sea la principal medida de nuestra finalidad de ser
y trascender y menos la única.
El camino más
seguro para ser y trascender es el encuentro con nuestra
vocación o nuestra pasión de vida, aquella que significa el quehacer o
talento que surge de nuestro espíritu, entendido éste, como lo
definían los padres de nuestra civilización, como el ánimus. En
otros términos, si no tenemos el ánimus no tenemos
auténtica vocación y nuestra ánima (alma) se inquieta y viene el
terrible desasosiego, que se nos presenta en el camino como sensación de
fracaso. El ánimus se manifiesta, primero, como una disposición del
yo interno, ¿para qué soy bueno? después como un compromiso y, finalmente,
como una pasión de servir o ser útil a los demás, cuya retribución
bastará con la posibilidad misma de realizarla o
practicarla (autorrealización) independientemente de la existencia o no de que
a cambio resulte una retribución económica o material. El premio se
registrará en la salud de nuestra alma: con el sólo poder ejercer la vocación y
el saberse oficiante de ella. Como bien nos lo dijo Jean Paul Sartre:
“LA FELICIDAD NO ES HACER LO
QUE SE QUIERE, ES QUERER LO QUE SE HACE”
Hoy por desgracia esa
aspiración vocacional se observa muy poco en nuestra sociedad urbana
contemporánea, salvo en el orden monástico o religioso y aún ahí cada
vez es más escasa, pero no por eso significa que debemos dejar
que desaparezca, porque entonces nuestra calidad humana peligra también.
Nuestra humanidad no es negociable, es decir, no es un negocio. El “SER”
HUMANO ES UN DEBER IRRENUNCIABLE…esto quiere decir que para elevar nuestra
calidad humana debemos estar pendientes de su educación, pues dicha calidad humana
también se aprende.
Las razones
del extravío vocacional ha sido en el énfasis que el hombre
actual ha puesto en el valor de las cosas sobre el de las personas, a tal
grado que la posesión de las cosas no sólo define al ser, sino
incluso lo controlan y, por ende, impide que trascienda. Por eso, contrario a
lo que se cree, el hombre moderno es menos libre y menos trascendente, pues
depende de más cosas. Ahí se encuentra el primer obstáculo para ser
y trascender: La falta de una auténtica libertad y autonomía.
Muchos jóvenes por eso
también no entienden las virtudes de la paciencia, prudencia,
templanza, pues como las cosas se mueven a un ritmo ajeno a esas
virtudes (las cosas no tienen virtudes) terminan éstas por imponerse
sobre las personas que dependen de ellas y, por eso, el joven busca
la gratificación inmediata que dichas cosas aparentemente le
producen, se aburren fácilmente si no están en constante excitación,
confundidos por la comodidad y la excitación efímera, como sinónimo de
felicidad y, trasladan esa confusión, interpretándola como
cultura del menor esfuerzo (la ruta de la mediocridad) aplicada a
todos los órdenes de sus vida, sin caer en cuenta que lo humano
se debe mover a los dictados de la voz de la conciencia, misma
que, no demanda comodidad ni confort (esto es lo que demanda el ego) sino
atención, educación y acción.
Se carece de la capacidad de
concentración y disciplina, con ello, el de investigación, reflexión y
pensamiento crítico, que son indispensables para construir conocimiento.
Existe apatía e indiferencia por el estudio.
¿Algunos alumnos me preguntan
cómo aprendo a estudiar? Y les contesto: ESTUDIANDO…no hay atajos, ni caminos
cortos.
Esa es de las mayores
preocupaciones para un profesor, al menos en mi caso, porque los jóvenes
tarde que temprano se convertirán en personas corresponsables del estado de
cosas vigente y comprenderán tardíamente el desperdicio que hicieron de su
tiempo y vida, algunos tratarán de recuperarlo, con la
frustración natural que viene del arrepentimiento de no haber hecho
lo que se pudo haber hecho…la búsqueda del tiempo perdido es como la
búsqueda de un tesoro dilapidado…es irrecuperable.
Por eso, tengo muy claro
que una de las tareas críticas como profesor es recordarles lo
anterior, porque para mí ustedes representan la diferencia…el mundo es real e
idealmente de ustedes, ya les pertenece y ustedes le pertenecen, aunque no
lo sepan o asuman, pero para llegar a ser y hacer la diferencia
y, por ende, trascender, deben valorar su tiempo, haciendo lo que deben y
no sólo lo que pueden, porque eso es lo que le va a dar sentido y
contenido a su plan personal de vida y, en su caso, a su
vocación. Por tanto, desperdiciar el tiempo terminará por contaminar
ese plan y esa vocación.
Como profesor, para mí el
aprendizaje es un compromiso de conciencia y amor. Por eso tal vez no sea el
profesor idóneo para muchos de ustedes, y lo entiendo, sobre todo en aquellos
cuya meta es avanzar cómo sea; a empujones, pero sin la motivación para crecer,
por medio de una decisión vocacional autónoma y con acciones que persigan
propósitos claros. Tratar de ayudarlos desafiándolos a atreverse a salir de esa
zona de confort o del pozo oscuro de la ignorancia, mismo que sólo les brinda
confusión y evasión, es parte de mi tarea difícil y a veces dolorosa.
Hay alumnos, una minoría, por
desgracia, que ven la mano extendida del profesor en ofrecimiento de ayudarlos
para a salir de su zona de confort o pozo de la ignorancia y esos alumnos hacen
un esfuerzo por extender la propia mano, incluso saltar, para alcanzar a tomar
la ofrecida por el profesor. Otros no hacen ni ese esfuerzo, la mayoría, porque
están esperando que el profesor se meta a ese pozo junto con ellos y los empuje
a salir. Por último están los que no les interesa para nada salir. Esos son los
tres tipos principales de estudiantes con los me he encontrado en mi
experiencia de Profesor
Los primeros tienen la madera
o pasta para esta vocación, los otros, a mi juicio, no la tienen, tal vez
algunos con gran esfuerzo y pasión la puedan formar, pero en mi experiencia, si
a caso terminan la carrera, algunos sin duda la terminarán a empujones y con
ayuda de algunos profesores, en mi concepto, sin responsabilidad social, la
verdad es que finalmente serán profesionales de barniz y no de raíz, y muchos
pagarán el muy caro precio, en forma de sensación de fracaso. Lo cual
sinceramente no deseo, ya lo he visto demasiado en el pasado, he llegado al
hartazgo en ese sentido.
Contrario a lo que muchos
creen, no tengo nada especial contra la ignorancia, es un noble adversario
común de todos y, sin duda, de un docente. Sin embargo, mi enemigo más
formidable contra el que si tengo un desafío particular es contra la necedad
humana, que se manifiesta en una pequeñez espiritual de autocomplacencia con la
desidia, la indolencia y la pereza, porque se ve al mundo con lentes que
falsifican la vista, lo cual, termina por desembocar en el rio de la
mediocridad y, cuya fuerza es difícil detener. Se requiere de enorme valor, que
no siempre se logra.
Por eso, lo que no debe ser
aceptable para ninguno de nosotros es la simulación o el autoengaño. Nuestro
país ya no aguanta más simulación.
Por el bien de ustedes,
atrévanse a tomar las decisiones que correspondan, pero sean, sobre todo, honestos
consigo mismos.
DETÉNGANSE ANTES QUE LLEGUEN A
UN PUNTO DE NO RETORNO Y REFLEXIONEN SERIAMENTE.EL ESTUDIO DE UNA
VOCACIÓN, LO MERECE Y, SIN DUDA, EXIGE FUERTES SACRIFICIOS Y, COMO TODO
SACRIFICIO EN LA VIDA, PUEDE CAUSAR DOLOR, PERO NO SUFRIMIENTO, PUES SI CAUSA
SUFRIMIENTO, HABRÍA QUE REPENSARLO DETENIDAMENTE. EL DOLOR ES NATURAL, PERO EL
SUFRIMIENTO ES OPCIONAL.
Parámetro de calificaciones para segundo parcial
Asistencia (conexión puntual) 40%
Evidencias (trabajo realizado en clase y enviado a correo) 30%
Participaciones (30 participaciones) 30%
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