sábado, 10 de abril de 2021



UN ALTO EN EL CAMINO

A MIS ALUMNOS:

Es mi deseo expresarles mi pensamiento en torno a su formación, porque la honestidad  y el sentido del deber son primordiales en una relación alumno maestro, así que, les comparto la siguiente reflexión:

Entiendo que cuando se elige estudiar una carrera intervienen diversas razones, pero en la raíz de todas ellas se encuentra la idea de superación personal, que es algo natural dentro de las  necesidades humanas básicas: La necesidad de ser y trascender.

Sin embargo, esa necesidad cada individuo la puede definir y entender distinto…hoy en día la humanidad ha caído en la trampa de medir uniformemente esa esencia y trascendencia a través del éxito económico y, por consecuencia, la enseñanza y aprendizaje de las personas tiende, en forma directa o indirecta, a orientarse a satisfacer ese fin y, obviamente, las personas mismas fijan sus expectativas en esa sola aspiración.

Sin duda que la prosecución del bienestar económico es una aspiración legítima e importante, pero otra cosa es que sea la principal medida de nuestra finalidad de ser y trascender y menos la única.

El camino más seguro para ser y trascender es el encuentro con nuestra vocación o nuestra pasión de vida, aquella que significa el quehacer o talento que surge de nuestro espíritu, entendido éste, como lo definían los  padres de nuestra civilización, como el ánimus. En otros términos, si no tenemos el ánimus no tenemos auténtica vocación y nuestra ánima (alma) se inquieta y viene el terrible desasosiego, que se nos presenta en el camino como sensación de fracaso. El ánimus se manifiesta, primero, como una disposición del yo interno, ¿para qué soy bueno? después como un compromiso  y, finalmente, como una pasión de servir o ser útil a los demás, cuya retribución bastará con la posibilidad misma de realizarla o practicarla (autorrealización) independientemente de la existencia o no de que a cambio resulte una retribución económica o material. El premio se registrará en la salud de nuestra alma: con el sólo poder ejercer la vocación y el saberse oficiante de ella. Como bien nos lo dijo Jean Paul Sartre:

“LA FELICIDAD NO ES HACER LO QUE SE QUIERE, ES QUERER LO QUE SE HACE”

Hoy por desgracia esa aspiración vocacional se observa muy poco en nuestra sociedad urbana contemporánea, salvo en el orden monástico o religioso y aún ahí cada vez es más escasa, pero no por eso significa que debemos dejar que desaparezca, porque entonces nuestra calidad humana peligra también. Nuestra humanidad no es negociable, es decir, no es un negocio. El  “SER” HUMANO ES UN DEBER IRRENUNCIABLE…esto quiere decir que para elevar nuestra calidad humana debemos estar pendientes de su educación, pues dicha calidad humana también se aprende.

Las razones del extravío vocacional ha sido en el énfasis que el hombre actual ha puesto en el valor de las cosas sobre el de las personas, a tal grado que la posesión de las cosas no sólo define al ser, sino incluso lo controlan y, por ende, impide que trascienda. Por eso, contrario a lo que se cree, el hombre moderno es menos libre y menos trascendente, pues depende de más cosas. Ahí se encuentra el primer obstáculo para ser y trascender: La falta de una auténtica libertad y autonomía.

Muchos jóvenes por eso también no entienden las virtudes de la paciencia, prudencia, templanza, pues como las cosas se mueven a un ritmo ajeno a esas virtudes (las cosas no tienen virtudes) terminan éstas por imponerse sobre las personas que dependen de ellas y, por eso, el joven busca la gratificación inmediata que dichas cosas aparentemente le producen, se aburren fácilmente si no están en constante excitación, confundidos por la comodidad y la excitación efímera, como sinónimo de felicidad  y, trasladan esa confusión, interpretándola como cultura del menor esfuerzo (la ruta de la mediocridad) aplicada a todos los órdenes de sus vida, sin caer en cuenta que lo humano se debe mover a los dictados de la voz de la conciencia, misma que, no demanda comodidad ni confort (esto es lo que demanda el ego) sino atención, educación y acción.

Se carece de la capacidad de concentración y disciplina, con ello, el de investigación, reflexión y  pensamiento crítico, que son indispensables para construir conocimiento. Existe apatía e indiferencia por el estudio.

¿Algunos alumnos me preguntan cómo aprendo a estudiar? Y les contesto: ESTUDIANDO…no hay atajos, ni caminos cortos.

Esa es de las mayores preocupaciones para un profesor, al menos en mi caso, porque los jóvenes tarde que temprano se convertirán en personas corresponsables del estado de cosas vigente y comprenderán tardíamente el desperdicio que hicieron de su tiempo y vida, algunos tratarán de recuperarlo, con la frustración natural que viene  del arrepentimiento de no haber hecho lo que se pudo haber hecho…la búsqueda del tiempo perdido es como la búsqueda de un tesoro dilapidado…es irrecuperable.

Por eso,  tengo muy claro que una de las tareas críticas como profesor es recordarles lo anterior, porque para mí ustedes representan la diferencia…el mundo es real e idealmente de ustedes, ya les pertenece y ustedes le pertenecen, aunque no lo sepan o  asuman, pero para llegar a ser y hacer la diferencia y, por ende, trascender, deben valorar su tiempo, haciendo lo que deben y no sólo lo que pueden, porque eso es lo que le va a dar sentido y contenido a su plan personal de vida y, en su caso, a su vocación. Por tanto, desperdiciar el tiempo terminará por contaminar ese plan y esa vocación.

Como profesor, para mí el aprendizaje es un compromiso de conciencia y amor. Por eso tal vez no sea el profesor idóneo para muchos de ustedes, y lo entiendo, sobre todo en aquellos cuya meta es avanzar cómo sea; a empujones, pero sin la motivación para crecer, por medio de una decisión vocacional autónoma y con acciones que persigan propósitos claros. Tratar de ayudarlos desafiándolos a atreverse a salir de esa zona de confort o del pozo oscuro de la ignorancia, mismo que sólo les brinda confusión y evasión, es parte de mi tarea difícil y a veces dolorosa.

Hay alumnos, una minoría, por desgracia, que ven la mano extendida del profesor en ofrecimiento de ayudarlos para a salir de su zona de confort o pozo de la ignorancia y esos alumnos hacen un esfuerzo por extender la propia mano, incluso saltar, para alcanzar a tomar la ofrecida por el profesor. Otros no hacen ni ese esfuerzo, la mayoría, porque están esperando que el profesor se meta a ese pozo junto con ellos y los empuje a salir. Por último están los que no les interesa para nada salir. Esos son los tres tipos principales de estudiantes con los me he encontrado en mi experiencia de Profesor

Los primeros tienen la madera o pasta para esta vocación, los otros, a mi juicio, no la tienen, tal vez algunos con gran esfuerzo y pasión la puedan formar, pero en mi experiencia, si a caso terminan la carrera, algunos sin duda la terminarán a empujones y con ayuda de algunos profesores, en mi concepto, sin responsabilidad social, la verdad es que finalmente serán profesionales de barniz y no de raíz, y muchos pagarán el muy caro precio, en forma de sensación de fracaso. Lo cual sinceramente no deseo, ya lo he visto demasiado en el pasado, he llegado al hartazgo en ese sentido.

Contrario a lo que muchos creen, no tengo nada especial contra la ignorancia, es un noble adversario común de todos y, sin duda, de un docente. Sin embargo, mi enemigo más formidable contra el que si tengo un desafío particular es contra la necedad humana, que se manifiesta en una pequeñez espiritual de autocomplacencia con la desidia, la indolencia y la pereza, porque se ve al mundo con lentes que falsifican la vista, lo cual, termina por desembocar en el rio de la mediocridad y, cuya fuerza es difícil detener. Se requiere de enorme valor, que no siempre se logra.

Por eso, lo que no debe ser aceptable para ninguno de nosotros es la simulación o el autoengaño. Nuestro país ya no aguanta más simulación.

Por el bien de ustedes, atrévanse a tomar las decisiones que correspondan, pero sean, sobre todo, honestos consigo mismos.

DETÉNGANSE ANTES QUE LLEGUEN A UN PUNTO DE NO RETORNO Y REFLEXIONEN SERIAMENTE.EL ESTUDIO DE UNA VOCACIÓN, LO MERECE Y, SIN DUDA, EXIGE FUERTES SACRIFICIOS Y, COMO TODO SACRIFICIO EN LA VIDA, PUEDE CAUSAR DOLOR, PERO NO SUFRIMIENTO, PUES SI CAUSA SUFRIMIENTO, HABRÍA QUE REPENSARLO DETENIDAMENTE. EL DOLOR ES NATURAL, PERO EL SUFRIMIENTO ES OPCIONAL.





 Parámetro de calificaciones para segundo parcial

Asistencia (conexión puntual)                                                40%

Evidencias (trabajo realizado en clase y enviado a correo) 30%

Participaciones (30 participaciones)                                      30% 




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